Voy a llorar

Donde mil mariposas levantaron su cósmico polvillo invisible, regando magia a donde se mirara. En los mismos salones de interminables fronteras, de imposibles paredes, allí hay hoy un montículo de cenizas apenas humeantes que iluminan con palidez un escaso rededor.

La humedad ha ganado los revoques. Se han descascarado con arrebato sorpresivo, pero gracias a la constante lascivia. El tiempo y la rutina son implacables, ya lo sé. Pero es que la felicidad embruja los sentidos y nos maravilla y nos aleja de la noción del transcurso de los días.

Hoy las palabras se me caen de la boca y me resbalan. Hoy he vuelto a morir.
Permiso... voy a llorar.


MAR 08

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