Abril otra vez

La historia empieza al revés, pero me parece conveniente empezarla desde la emoción con que concluye porque quisiera exponerla lo más nítida posible. Empieza (o concluye) en el final de una mañana de trámites. A veces no es tan aburrido como suena. Muchos trámites son el molinete de entrada a paisajes nuevos. Mi abuela (abonada a muchos relatos) me recibe varias veces al mes con sobres de distintas empresas de servicios que se encarga de interceptar en la vereda y acota: "Una mala noticia...". En mis buenos días, suelo responderle a ese epígrafe casi tan trágico como de noticiero: "Son buenas. Quiere decir que pude usar gas todo el mes". Mi abuela se ríe y yo por dentro sé que nada tiene que ver esa actitud con los precios, subas o calidad del servicio. Pero también sé que gruñir en la vereda no altera un solo centavo.

¿En qué estaba? Ah, si. Luego de una mañana de pagos y trámites, subo al bus y decido despertar mi teléfono. Descubro entonces, con la sorpresa emocionada de quién descubre cómo el trazo que une todos los puntos describe una figura preciosa, que hoy es nada más y nada menos que 20 de abril.

Horas antes, en una oficina de sadaic, me hallaba yo llenando formularios. Con los años uno se convierte involuntariamente en una especie de máquina expendedora de datos... La burocracia, que le llaman. Es un proceso que jamás sorprende: nombre, apellido, dni, cuit, fecha de nacimiento, lugar, nacionalidad, teléfono, domicilio... Un proceso que hacemos casi en piloto automático mientras la mente tararea otra cosa. Sin embargo, a la mitad del formulario me encontré algo que me detuvo. Ninguna pregunta extravagante, solo el nombre completo de mis padres. Detuve la lapicera. Escribí el de mi papá, sin apellido. A medida que las letras tomaban forma, los recuerdos también. Escribí completo el de mi mamá. El trazo acariciaba algo tangible. Volvía real la esencia de la memoria. Por un segundo, contemplaba los nombres en la hoja y sentía que los contemplaba a ellos nuevamente en el mundo de las formas.

Cuando salí de sadaic rumbo a la oficina del gas, aún no recordaba que el 20 de abril era la fecha de cumpleaños de mi mamá.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los cuentos en La Tundra

Ciencia incierta (o la mitad del universo)

Exilio de casa (parte 6)